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MERLÍN es E. Martínez
(Vidente e investigador.) Dcdo. y profesor universitario. Escritor y columnista.
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04 febrero 2013

Estigmas y estigmatizados

Con este término (del griego estigma que significa marca) son descritas las llagas que se forman de manera espontánea sobre las manos, pies, al costado y en el rostro, en forma similar a las llagas de Cristo crucificado. Comúnmente se manifiestan en sujetos entregados a una vida de intensa espiritualidad y sumamente mística, pero se pueden hallar también en otros individuos. Suelen ser personas de profunda religiosidad, obsesionadas por las llagas de Cristo y por sufrir su dolor. Los profundos estados de éxtasis que se producen durante sus meditaciones podrían generar una situación de autosugestión capaz de somatizar su experiencia psíquica.
El fenómeno de los estigmatizados se ha presentado alrededor de medio mundo, en países como Estados Unidos, Italia, España, Francia, Inglaterra o Alemania. En la historia de la Iglesia se conocen centenares de casos y decenas de los afectados por estas señales han sido declarados santos.

La Iglesia suele distinguir entre estigmas divinos y estigmas diabólicos, dependiendo de la santidad del protagonista del fenómeno en cada caso o de la vida que haya llevado, al igual que de las características que rodean el fenómeno en el momento de manifestarse.

Los estigmas algunas veces desaparecen al cabo de pocas horas de presentarse. En algunos casos pueden darse en una sola área de las zonas anteriormente mencionadas, mientras que los casos más sorprendentes son aquellos en los que se hacen visibles todas las marcas. El sangrado es común, al igual que la debilidad y la depresión puede caracterizar también el período inmediatamente anterior a la aparición de los estigmas. Un hecho curioso de este fenómeno es que su aparición suele corresponderse con la pasión de Cristo durante los días de Semana Santa, desapareciendo una vez terminadas esas fechas tan representativas.
La Iglesia ha establecido diversos criterios para determinar la autenticidad de los estigmas. Algunos son: Las heridas deben estar localizadas en los lugares de las cinco llagas de Cristo. No se infectan. Aparecen espontáneamente en el cuerpo mientras la persona está en éxtasis. No ceden ante el tratamiento médico. Sangran copiosamente y por largos períodos. Están acompañados de fuertes dolores tanto físicos como morales; la falta de dolor pone en duda la autenticidad de los estigmas porque, de ser auténticos, son participación en los sufrimientos de Cristo. Los estigmas auténticos no se pueden explicar por causas naturales.
Es común que los estigmatizados en cierto momento de su vida empiecen a notar enrojecimientos sobre la palma de sus manos, los cuales con el tiempo se acentúan, hasta formar en algunos casos alteraciones cutáneas parecidas a cicatrices o quemaduras detectables con extrema facilidad y sin duda alguna.
Los estigmas no son heridas corporales usuales, ya que la sangre parece emanar a través de la piel, se producen abundantes hemorragias que no tienen explicación debido a que estas heridas se encuentran a flor de piel, lejos de los grandes vasos sanguíneos. Otras características es que no se deterioran en la forma usual de las heridas comunes, no supuran, la sangre es limpia y pura, y tampoco se curan por remedios ordinarios ni son susceptibles de tratamiento médico.
Nunca cicatrizan, esto no implica que cualquier otra herida que se haga el afectado por estigmatización no cicatrice normalmente. Es más, el mismo padre Pío, uno de los estigmatizados más famosos de la historia, en cierta ocasión fue operado y tras la cirugía su recuperación fue satisfactoria y dentro de la total normalidad.
Muchos estigmatizados reportan visiones de Cristo y ángeles, conversaciones con Dios o algún personaje religioso de la religión católica, así como la percepción de extraños olores; se dice desprenden un olor similar al de los pétalos de rosas.
Casos Célebres de estigmatizados serían el del Santo padre Pío de Pietrelcina que en la mañana del viernes 20 de septiembre de 1918, rezando delante del crucifijo del coro de una vieja iglesia, recibió los estigmas, que quedaron abiertos, frescos y sangrantes por medio siglo. El de San Francisco de Asís: Considerado el primer estigmatizado que presenta la historia y uno de los más famosos. Presentó heridas en manos, pies y costados igual que Cristo, en la soledad del monte Alvernia en 1224, permaneciendo con ellas hasta su muerte, el 3 de octubre de 1226. El de Santa Catalina de Siena: Su estigmatización fue interior (sentía el dolor pero no eran visibles las llagas externamente), manifestada el 1 de abril de 1375. El de Santa Gema Galgani: Esta santa cayó en éxtasis mientras experimentaba los signos una tarde anterior al día del Sagrado Corazón. Cuando vuelve en sí tiene impresas en su cuerpo los estigmas que le fueron manifestados cada jueves durante los cuatro años siguientes con dolores muy fuertes donde veía la corona, la flagelación y el sudor de sangre de Jesús. El de Santa Rita: Es un caso verdaderamente increíble porque la herida de su frente presentaba además de sangre, pus, despidiendo olores nauseabundos que luego se convierte en nido de gusanos blancos. Pasó sola semanas ya que las otras religiosas le huían por el aspecto de su frente y aparecía en público solamente para comulgar. El de Santa Verónica Giuliani: Además de sufrir los estigmas con el dolor de la corona de espinas de Cristo, fue objeto de malos comentarios de quienes la consideraban mentirosa y fue apartada de su cargo de maestra de novicias.
Una de tantas teorías que intenta explicar el origen de los estigmas es la idea de que los estigmatizados se hallan psíquica y emocionalmente unidos a sus creencias religiosas y a los estados mentales que experimentan durante el éxtasis. De esta forma es posible que su mente influya sobre sus organismos hasta el punto de provocar heridas sangrantes que se corresponden con su fe en Cristo.

En toda la fenomenología típica de los estigmatizados no se puede excluir la aportación de los mecanismos inconscientes y psicodinámicos que pueden ser también activados por medio del histerismo o de la hipnosis. En muchas ocasiones se ha probado que los estigmas pueden ser inducidos mediante hipnosis, la cual permite adormecer nuestro estado consciente, dejándonos vulnerables a cualquier sugestión.
La autohipnosis es básicamente lo mismo excepto por el hecho de que la persona se induce a sí misma ese estado en lugar de ser otra persona quien se lo provoque. Son los estados de éxtasis que ocurren en los arrebatos religiosos de los estigmatizados los que llevan a algunos a considerar que los coloca en un estado autohipnótico que haría surgir el fenómeno en sí mismo. Así pues, las posturas más ortodoxas suelen rechazar la intervención divina, aludiendo también que las llagas de las manos se presentan en lugares incorrectos. El examen de cuerpos de hombres que fueron crucificados demuestra que los brazos eran clavados a la altura de las muñecas. (Si los clavos hubieran sido insertados en las palmas de las manos, la carne se desgarraría.) Es por ello que la postura más radical es la que niega el fenómeno tratándolo sencillamente de impostura y considerando como explicación que los pacientes se causen las heridas a sí mismos, fraudulentamente o en estado de inconsciencia. No obstante, en la mayoría de los casos estudiados, los médicos siempre han tomado las debidas precauciones para prevenir esto, procediendo de manera muy estricta. En ocasiones, el paciente ha sido observado día y noche; en otras, se le han cubierto las extremidades con vendas selladas. Por lo cual, aunque han existido ejemplos de simulación, esta no puede atribuirse a todos los casos. Así, la mayoría de los médicos y científicos que han estudiado casos de estigmatizados, están convencidos de su autenticidad, y es que si bien se desconoce el origen de estas heridas, sí se tienen pruebas de la realidad del fenómeno.