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MERLÍN es E. Martínez
(Vidente e investigador.) Dcdo. y profesor universitario. Escritor y columnista.
Ojalá encuentres en el blog la información y/o ayuda que buscas.
Y agradecimientos a Blogger por el espacio ofrecido.

24 enero 2012

Edgar Cayce

Edgar CayceNacido en el año 1877 en el centro de los EE.UU., desde muy niño ya advirtió que poseía un don muy especial: ver primero las cosas que sucederían después.
Conocido como el Profeta Durmiente, solía tener sueños hipnóticos en el transcurso de los cuales profetizaba los acontecimientos más diversos: desde la simple y cercana muerte de una vaca en la granja vecina, hasta las dos guerras mundiales.
Tenía fama de que nunca se equivocaba, pero Cayce no fue un profeta en el sentido propio del término -a lo Nostradamus o Malaquías, para entendernos-; simplemente se limitó a compilar sus sueños; el aspecto que más atrajo la atención de Cayce fue la ayuda a sus semejantes.
Curandero y sanador, usaba una particular técnica para adivinar las dolencias de quienes llegaban a él, siendo capaz incluso de advertir la presencia latente de enfermedades que se manifestarían años después.
Sus remedios eran naturales, y su consultorio se vio siempre repleto de gentes que acudían en busca de su ayuda. Es posible que hubiera en su técnica algún efecto placebo, pero lo cierto es que nadie ha podido negarle su habilidad para poder detectar y localizar males por simple observación del paciente, sin ni siquiera tocarle con ningún instrumento médico. Esta se basaba en sus facultades de percepción extrasensorial y dotes de predicción. Su técnica profética consistía en sentarse en una cómoda silla alargada, desabrocharse el cinturón y cualquier cosa que le ciñera el cuerpo, relajarse, entrar en una especie de sopor hipnótico, muy profundo, y ver paisajes y situaciones desconocidas para él. A medida que iba adentrándose en estos parajes iba narrando lo que veía. Bruscamente, sin que nada aparentemente interrumpiera su sueño, recuperaba la conciencia ordinaria y no recordaba nada de lo visto ni de lo dicho.
En el más de medio siglo de ejercitar esta técnica, Cayce, un hombre sencillo sin apenas formación cultural, vertió cientos de profecías y sanó a miles de pacientes. No cobraba nada por sus tratamientos y consultas, aunque recibía modestas donaciones que lo ayudaban, pero se ganaba la vida con su trabajo fotográfico. Murió en 1945.