Hijos de las estrellas

La primera pareja que hizo el amor en el espacio tuvo una hija cuyo destino fue un secreto de estado.

En 1963, la Unión Soviética envió al cosmos a Andrei Nicolayev y a Valentina Tereshkova, la primera mujer astronauta de la historia. Ambos habían recibido una orden inhumana: procrear en el espacio. Como resultado nació una niña a la que llamaron Elena.

Según el médico personal de Yuri Gagarin, quien protagonizó el primer vuelo espacial en 1961, Elena era incapaz de comer sola y tuvo que ser alimentada artificialmente.

A los cinco años vivía sometida a controles médicos y su estado era tan preocupante que se constituyó en "alto secreto".

Después de la aventura espacial, su madre sufrió problemas de descalcificación tan graves que se le quebraban los huesos y padecía frecuentes hemorragias.

No son los únicos casos; Gagarin y otros muchos astronautas fueron presas de delirios al regresar a la Tierra y describieron encuentros con extraterrestres que, una vez finalizada la readaptación, olvidaban completamente. Tenían pérdidas de la noción del tiempo, confusión, depresiones y trastornos musculares y circulatorios. Los cachorros nacidos de "perros cosmonautas" sufrían ceguera y luego morían. Uno de ellos nació con tres patas. Todos estos datos se ocultaron celosamente y fueron reconocidos posteriormente por las autoridades rusas, que certifican que "los primeros experimentos de reproducción en el espacio fueron un fracaso".